Untitled-3-01.png

WMC Especiales

Hablemos de Finanzas.

La “Earnings Season” bajo revisión

El Especial WMC:

La temporada de Reportes de Resultados (Earnings Season) ocurre en los meses siguientes al cierre de cada trimestre fiscal; y aunque los reportes se encuentran formalmente normados bajo el Formulario 10-Q de la Securities and Exchange Commission (SEC), las empresas suelen emplear la oportunidad para hacer sus anuncios en llamativos eventos que atraen la atención de analistas, banca de inversión, inversionistas y prensa especializada. Con frecuencia, los resultados reportados, junto a las presentaciones son empleados para sopesar el panorama económico y financiero en los lapsos por venir. Se trata de un ritual observado devotamente por la comunidad financiera.

Pero todo eso se encuentra bajo amenaza. La reciente incursión del presidente Donald Trump en el debate sobre la frecuencia de los Reportes de Resultados ha reabierto una de las discusiones más fundamentales de Wall Street. Al proponer que la (SEC) elimine la obligatoriedad de rendición de los reportes trimestrales (10-Q) en favor de reportes semestrales.

Imagen: Mapa mundial demostrativo de la práctica de reportes periódicos por parte de las empresas sometidas a regulaciones de las autoridades Crédito,Bloomberg.

Desde la opacidad a la transparencia trimestral:

Para comprender el significado de esta propuesta, es esencial revisar la historia del reporting corporativo en Estados Unidos. El camino hacia los reportes trimestrales fue una respuesta directa a las crisis financieras y una búsqueda constante de mayor transparencia.

Antes de la denominada “Securities Exchange Act de 1934”, no existía un requisito reglamentario para que las empresas divulgaran regularmente sus resultados. La Bolsa de Nueva York (NYSE) fomentaba reportes anuales, pero el proceso era voluntario, y la información, inconsistente y sin auditar. Esta opacidad contribuyó a un ambiente especulativo y volátil que culminó en el crash de 1929 y la Gran Depresión.

La creación de la SEC en 1934 marcó un punto de inflexión, otorgando al organismo la autoridad para exigir reportes periódicos. Inicialmente, la SEC procedió con cautela. No fue hasta 1955 que se dio un paso crucial: el mandato de reportes semestrales. La transición definitiva al sistema trimestral llegó en 1970, con la formalización del Formulario 10-Q. Este cambio fundamental alteró para siempre la relación entre empresas e inversionistas, proporcionando una ventana más clara y frecuente a la salud financiera de las compañías y reduciendo la asimetría de información entre insiders y el público.

La importancia de estos reportes se solidificó aún más en 2002 con la Ley Sarbanes-Oxley (SOX). Tras los escándalos de Enron y WorldCom, la SOX introdujo una capa crítica de responsabilidad personal: el CEO y el CFO de las empresas deben certificar la precisión de cada 10-Q y 10-K, haciéndolos legalmente responsables de la integridad de la información.

Gráfica 2.1: Numero de empresas componentes del índice S&P 500 que presentan resultados cada semana del año. Fuente: Bloomberg. Composición: WMC

Reportes de Resultados Semestrales Vs. Trimestrales.

La propuesta de Trump no solo ha reactivado una iniciativa de su primer mandato, sino que ha tocado la fibra sensible de los mercados financieros estadounidenses: el equilibrio entre la transparencia necesaria para los inversionistas y la libertad de las empresas para enfocarse en el largo plazo.

La SEC ha confirmado que está "priorizando" esta propuesta, un movimiento que, según analistas, podría materializarse en un cambio regulatorio tangible en un plazo de seis a doce meses, sin necesidad de pasar por el Congreso.

Para una audiencia financiera sofisticada, el tema no es nuevo. Líderes como Warren Buffett y Jamie Dimon de JPMorgan ya abogaron en 2018 por eliminar las “guidances” (suerte de pronósticos) trimestrales, argumentando que fomentan un "enfoque malsano en los beneficios a corto plazo". Sin embargo, la propuesta de Trump va más allá: busca erradicar el reporte de resultados en sí, no solo el pronóstico.

Los defensores de la propuesta, cuyo eco se encuentra en fondos soberanos como el de Noruega se fundamentan en un triple argumento:

  • Eficiencia de Costos y Recursos: La preparación de cada 10-Q consume una cantidad significativa de tiempo de los equipos financieros, legales y directivos. Eliminar dos de estos reportes al año liberaría recursos que podrían reasignarse a otros fines.

  • Enfoque en la Gestión a Largo Plazo: El argumento central es que la presión por cumplir expectativas cada noventa días distorsiona la toma de decisiones. Los ejecutivos se ven presionados a priorizar proyectos con retornos rápidos sobre inversiones de maduración lenta, como I+D o expansión en nuevos mercados, sacrificando la competitividad futura.

  • Alineación con Estándares Globales: En la UE y el Reino Unido, el reporte semestral es el estándar regulatorio, aunque muchas multinacionales eligen reportar trimestralmente por presión de los inversionistas globales.

Por otro lado, los opositores al cambio, que incluyen a gran parte de la comunidad de gestores de fondos y analistas, ven la propuesta como un peligroso retroceso, fundamentado en:

  • Información Oportuna para los Inversionistas: Seis meses es una eternidad en los mercados. Tener que esperar seis meses por resultados oficiales crearía dificultades para cualquier análisis. Un deterioro en los márgenes o un aumento de la deuda puede detectarse y analizarse a los tres meses, permitiendo ajustes de cartera informados. Esperar seis meses amplifica el riesgo de sorpresas desagradables.

  • Disminución de la Disciplina de Mercado y Responsabilidad: La rendición de cuentas trimestral somete a la gestión a un escrutinio constante que actúa como un mecanismo de disciplina. La certificación SOX de los 10-Q (cumplimiento con la Ley Sarbanes-Oxley) añade una capa esencial de responsabilidad legal que se diluiría con reportes menos frecuentes.

  • Aumento de la Volatilidad: El reporte semestral muy probablemente exacerbaría la volatilidad. Probablemente se incrementaría la incertidumbre en el mercado de valores lo que pudiese derivar en una reducción de las valoraciones. Los movimientos en la temporada de resultados también podrían ser mayores, ya que los “fallos” serían más grandes y con mayores consecuencias. Básicamente cada anuncio semestral contendría el doble de información que digerir, potencialmente magnificando las reacciones del mercado. Las gráficas 2.2 y 2.3 muestran los movimientos en los precios de las acciones durante el siguiente día después de los reportes contrastados con las sorpresas en ellos. Si se toma como ejemplo los movimientos luego de la temporada de reportes pasada del S&P 500 (EEUU, reportes trimestrales), Gráfica 2.2 y se compara con los movimientos luego de la temporada pasada del Euro Stoxx 50 (Europa, reportes semestrales), Gráfica 2.3 es fácil notar que la volatilidad por sectores es mucho menor para el S&P 500 que para el Euro Stoxx 50

La cultura de la Sorpresa

La sorpresa en resultados ocurre cuando lo anunciado por una empresa (ventas/ingresos o ganancias por acción, EPS) difieren significativamente de las expectativas de los analistas. Las sorpresas son minuciosamente examinadas por el mercado puesto que son indicios sobre la calidad y el detalle de la ejecución operativa de la empresa frente a lo que ya se anticipaba.

Los movimientos en los precios de las acciones al siguiente día después de sus reportes son contrastados contra la sorpresas, y la actividad constituye toda una fuente de estimaciones y proyecciones que el mercado sigue con atención. Pero el cambio de régimen trimestral a semestral supone un aumento de la volatilidad, y la necesidad de reinterpretar el contexto

Gráfica 2.2: Movimientos de precio de las acciones de las empresas del S&P 500, por sector, Q2 2025 al dia siguiente del reporte Vs la sorpresa de ventas. Fuente: Bloomberg. Composición: WMC

Gráfica 2.3: Movimientos de precio de las acciones de las empresas del Euro Stoxx 50, por sector, Q2 2025 al dia siguiente del reporte Vs la sorpresa de ventas. Fuente: Bloomberg. Composición: WMC

Un posible camino intermedio: La opcionalidad

El debate no tiene por qué ser binario. La propuesta de Adena Friedman, CEO de Nasdaq, ofrece una vía media pragmática: hacer del reporte semestral una “opción” para las empresas, no un mandato. Esto permitiría a las blue chips maduras y con flujos de caja estables (que se beneficiarían de un horizonte más largo) optar por ello, mientras que las empresas de alto crecimiento, biotecnológicas o volátiles podrían seguir proporcionando transparencia trimestral para atraer a su base de inversionistas, que demanda información más frecuente.

Crucialmente, se debe distinguir entre el “reporte” de resultados (los números GAAP del 10-Q) y el “guidance” o orientación trimestral. El movimiento de Buffett y Dimon se centraba en lo segundo: eliminar la presión de pronosticar y gestionar activamente para cumplir con un número estimado cada trimestre. El reporte de resultados pasados, sin embargo, es un hecho contable. Son datos duros, no proyecciones. Un cambio regulatorio podría abordar estos dos elementos por separado.

 Un debate cultural

La historia del reporting corporativo en EEUU es un viaje hacia una mayor transparencia impulsado por crisis. Cada reforma—1934, 1970, Sarbanes-Oxley—tuvo como objetivo proteger al inversor cerrando brechas de información.

La crítica al cortoplacismo es válida y merece una reflexión profunda. Sin embargo, la solución podría no radicar en reducir la información disponible, sino en cambiar cómo la interpretamos y valoramos. Educar al mercado para que premie las estrategias a largo plazo, incluso cuando impactan negativamente en un trimestre, es un desafío cultural y educativo más complejo, pero quizás más efectivo.

 La propuesta sobre la mesa es profunda. Intercambiar frecuencia por supuesta serenidad implica un riesgo tangible: debilitar el sistema de “disclosure” que ha sustentado la confianza en los mercados de capitales estadounidenses durante décadas.

En un mundo de información imperfecta, menos datos rara vez es la respuesta. El verdadero reto es encontrar el equilibrio donde la transparencia trimestral no sea un corsé que ahogue la innovación, sino el cimiento sobre el cual se construye una confianza duradera para un crecimiento sostenible. La SEC, en su histórica independencia, tiene la compleja tarea de sopesar este delicado equilibrio. El mundo financiero observa.

Regresar al Boletín Semanal WMC
EspecialInfo WMCSep 25Comentario